Ábreme la piel, desviste mi alma,
no pienses en lo que crees nos separa,
¿Qué es lo que ves? Dentro soy tan igual que tú,
mi corazón tienen el mismo latido
con sueños por cumplir sin ser mendigo.
Cuando por primera vez descubrí este mundo
del regazo de mi madre todo me parecía puro…
Pero aquellos que el odio y la avaricia ha endurecido
van envenenando la tierra, el mar, hasta el mismo cielo.
Arrastran en su demencia al éxodo a pueblos íntegros
-nadie desea desarraigo, abandonar lo que es suyo-
Pero allí estamos: atravesando mares, cruzando fronteras,
huyendo a otras tierras, a que nos llamen inmigrantes.
Porque la esperanza es lo que nos empuja, el amar la vida,
aunque la muerte nos sorprenda en pleno viaje.