En el delirio de la esperanza
orilla mi paso, insaciable e incansable
desde el antes de intuirte,
desde el antes, mucho antes de percibirte
yo te he reconocido.
En este respiro de mi rebeldía,
de mi terca entrega,
del salvaje embellecido ardor
de mi hoguera...
Por sobre el bullicio de las promesas,
del mausoleo y los altares,
mi corazón te ha escogido,
ha coronado su latido sobre tu nombre.
Y tú...
Germinando has dejado, esos, tus lunares,
como estrellas en mis ansias,
erizando tus bellos al soplo de mis sueños,
permitiendo a mi tacto la experiencia
de la fruta jugosa, bebida madura
que transforma en oasis mi desierto,
en cántico de los dioses las pieles del alma... en roces.
Aquí, yo,
Contenida en tu vigor, bajo tu lluvia
me dejó llevar por el ritmo de tu hombría,
por el olor del mar, de la carne de tus versos,
dorando mis pensamientos con tu mirada
que arroba mis anhelos.
Yo rindo tributo a tus empeños,
sin importar el lugar y el tiempo,
porque tú eres, la eternidad mía.
Maricruz Díaz
Lima, 20 agosto 2014