Tú y yo somos hermanos,
germinados por la viva palabra
de un Dios Padre Misericordioso,
y bendecidos por María en gracia.
Madre abnegada, candil y puente,
Noviciado el tiempo de sueños,
abrazamos el ideal que se hizo camino y huella
entre la gente.
Hoy la heredad es grieta de un ocaso,
bregadura que señala un tornado
que jamás se ha rendido
ha no ser a los pies de Jesús amado.
09/10/14
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