Como suave ventisca van llegando los años
susurrando por las esquinas de la ventana,
derribando las puertas...
Coloreando de sepia mis abarcas gastadas.
Yo no sé que es la pobreza,
quien sabe si la miseria cabalgó
en mi mesa, o he sido la mas afortunada,
porque la miga he bendecido
y el agua pura me ha saciado.
Yo no sé si la soledad me ha vestido
porque el delgado tul del río me ha besado
y la lluvia en mis días tristes
solidaria me ha acompañado.
Pueda que alguna que otra corona,
alguno que otro trono se haya burlado,
y con encono su risa haya dañado,
más su yugo nunca me ha dominado.
Como suave ventisca van llegando los años
susurrando por las esquinas de la ventana,
derribando las puertas...
Dejando que hablen, mis abarcas gastadas.
Maricruz Díaz
05 Agosto 2013
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