Vehemente la noche
se abre cual leña ardiente
con ímpetu que enciende,
eternizando al tiempo
en cada poro de mi cuerpo.
Brotan centellas en mis ojos
que casi podría calcinar,
mientras, un raudal de caricias
se deslizan al amar.
Los silencios y esperas
del primer acto
en esas noches, permutan
en incendio y tempestad.
22.01.14
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