La diosa Perséfona cazadora de sueños
se adentra en nuestra alma
la escudriña con calma
y consiente nuestros más profundos deseos.
Y es así ...
Que navego en el líquido ardiente
del fruto prohibido,
enroscada como yedra
en la corteza del árbol
de tu cuerpo seducido.
Embrujada la noche profundo te respiro,
mientras profana y lujuriosa tu boca
me inflama de amor y me aloca.
Y cuando ya todo a sido compartido
y el grito de la piel a dado sus giros,
te observo detenidamente
cuando estremecido en el lecho
tu elixir embriagante es mío.
Copyright ©María de la Cruz Díaz Ll.®
No hay comentarios:
Publicar un comentario