Sucede que del traspié
lo único que tengo en frente
es una cortina maloliente,
y atrás un espejo enmohecido
del cual la niñez ha huido.
Sucede sí, que no podré
fluir por esos horizontes, capaces
de volverme una ilusionada loca,
que ciña a su vertebra, la poca
luminosidad de estrellas fugaces.
Sucede, como todo en esta vida
que los años su indiscreción
deja una realidad adolorida.
22/01/15
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