De los cuentos mal contados
aprendemos a querer ser princesas
detrás de príncipes azules,
de castillos y coronas que nos gobiernan.
De los juguetes mal regalados
asumimos conceptos, roles y formas
plásticas, distorsionadas con nuestra esencia.
¡Mira que linda hasta parece una muñeca!
¡Ve, qué bella es mi princesa!
¡Una buena niña no juega con los varones!
Y
¡Ay! de ser grandes ¡Por Dios!
¡Hazte respetar!
que nuestras formas sean las que se esperan...
¿En qué maldito momento el hombre
tomo como suyo todo lo ajeno?
Intuyo,
es el temor
a esa parte femenina que en su centro
lo atormenta...
¡Paradigmas! responden algunos
¡Uno no va contra la naturaleza! dicen otros...
¡Naturaleza?
Sectarismo...Una disputa de un poder endeble.
Y mientras no se desenganchen lo histórico de esta violencia...
A callar por vergüenza.
A seguir el juego que apuesta la sobrevivencia.
Los escaparates están repletos de maniquíes
bien maquillados, de cargos femeninos en las altas esferas...
Compitiendo por escasos puestos regidos por machos
con decretos, leyes, normas y hasta del mismo aire
que se respira
y dicen ser los dueños
De los cuentos...de los juguetes...
solo hoy escucho sirena.
A manotazos un tipo dijo
que la mató por ser puta,
por ser ofensa.
Mientras nosotras jugábamos a ser bellas,
los machos jugaban a conquistar,
a derrumbar,
a la guerra...
Mientras nosotras paríamos vida
a los pobres varones,
les enseñaron a ser signo de muerte.
Maricruz Díaz.
Lunes, 25.11.13
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