martes, 20 de enero de 2015

A Camila y Ladislao



Entre la esquina de Corrientes
y Cerrito, frente al Obelisco,
muy cerca a la Iglesia de San Nicolás,
parece oírse un piano tocando tu melodía
y tu risueña voz asemeja a un pájaro
cantando al amor todavía.

No quedó nada en pie, 
como si suficiente no hubiera sido
segar tu vida bajo el fusil.
Camila, tu historia junto a Ladislao el párroco
seguirá contándose para no olvidar
que fue un acto atroz contra la vida.

Dicen que el gobernador Rosas
ordenó sus muertes por creerlo necesario
para escarnio y previsión del escándalo,
no importando que en tu vientre
ya latía el hijo fruto de lo que juzgaron
como amor prohibido.

La dura insensatez del entredicho, 
de la apariencia del creernos jurados,
la hipócrita política y mal venida fe
se avergüence frente al grito desgarrado
""Asesínenme a mí sin juicio, pero no a ella, 
y en ese estado ¡miserables...!".

26.03.14

No hay comentarios:

Publicar un comentario